Solange Contreras (1975), es una artista plástica y visual, amante de los oficios y las técnicas mixtas. Su práctica artística está influenciada por su experiencia como mujer migrante latinoamericana, madre y estudiante a los 40, centrándose en la desigualdad de género y la desconexión con la naturaleza.
La convocatoria «Pensar la Ciudad» hace una llamada a artistas emergentes que a través de su obra, reflexionen y dialoguen sobre la ciudad contemporánea, ofreciendo perspectivas únicas sobre sus experiencias reales, investigaciones y deseos, desde una conciencia crítica. La iniciativa pretende dar voz a visiones que ofrecen una nueva lectura de los paisajes y sociedades urbanas.
Hemos contado con un jurado de excepción:
asun rodríguez montejano. Comisaria
Elba Benítez. Galería Elba Benítez
Carlos Garaicoa. Artista
Javier Aparicio. Galería El Chico
Paco de Blas. Gestor Cultural
Carlos Alvarez. Editor. Piece with Artist
Silvia Hengstenberg. ART U READY y The Sibarist
Solange utiliza técnicas tradicionales como la costura y la carpintería para rescatar el pensamiento ancestral, cuestionando el modelo neoliberal a través del valor del tiempo y la dedicación a los materiales.A lo largo de su trayectoria, ha participado en varias exposiciones colectivas, destacando su colaboración con la Asociación UCM Lanzarte, en muestras como «Autenticidad» (Museo Julio Escobar, Los Molinos, 2020), «Inquietud» (Centro Cultural Alfredo Kraus, Madrid, 2021), entre otros. Recibió la beca para participar de la residencia en CIAN Fabero, León, auspiciada por la Universidad Complutense de Madrid o la beca para la Residencia artística de Kárstica de la cañada del Hoyo que se llamó «Gestos Reparativos » financiada por el Museo Neomudéjar.
El proyecto «Infraestructura vegetal» subraya la importancia de reconocer nuestra cohabitación en un ecosistema integral, destacando la etimología de «humano» (derivada de «humus») para ilustrar nuestra conexión con la tierra y la regeneración de la vida. Se explora cómo los árboles en entornos urbanos mejoran la calidad del aire, reducen el calor y tienen efectos sociales positivos como la reducción del estrés. Sin embargo, la urbanización actual limita el espacio necesario para que los árboles prosperen, a menudo degradando su entorno. El proyecto aboga por una convivencia armónica y la valorización de las plantas marginadas que favorecen la diversidad en ambientes urbanos.